Llamada también “Morgue La Faye” y “Fata
Morgana”, Morgana, la medio hermana de
Arturo, la hechicera, es en realidad una
diosa muy antigua en la mitología céltica,
vinculada a la Muerte y la Regeneración.
Junto a sus hermanas Gliten, Tyrone,
Mazoe, Glitonea, Cliten, Thitis, Thetis y
Moronoe, integraba una forma de Triple
diosa, más conocida como la hermandad de
las Nueve Morgens o reinas hadas. Ellas
regían la mística isla de Avalon, la Isla
de la Fortuna o de la Bendita Muerte.
Al igual que las Walkirias, estas mujeres
mitológicas conducían a las almas de los
héroes muertos en batalla hacia la Isla
Sagrada -tal como sucedió con el rey
Arturo-,adonde serían curadas todas sus heridas.A menudo, las Morgens eran representadas
como sirenas.
Jean Markale nos informa que su nombre
deriva de la antigua palabra “Morigena”
que significa “nacida del mar” (un
atributo que la asocia con la griega
Afrodita) y advierte, además, que “es
posible descubrir en la toponimia francesa
un cierto número de ríos o de fuentes que
llevan nombres tales como “Mourgue”,
“Morgue” o “Morgon”.
Esto es quizás porque la antigua palabra
celta “Morg” significa mar. De modo que
puede decirse que esta triple Morg-Ana, es
en realidad la primordial diosa Ana,
nacida del Mar.Según Robert Graves y Kathy Jones, la
triple Morg-Ana “surgió de la unión de las
estrellas y el vientre de Ana”.Muchas veces fue equiparada a las diosas
Morrigan y Macha, que presidían las artes
de la guerra. En tanto que, como “fata”,
controlaba el destino y conocía el de cada
persona. Famosa por sus poderes de
sanación, su conocimiento de las plantas
medicinales y su visión profética, era una
chamana capaz de cambiar de forma, tomando
el aspecto de diferentes animales para
utilizar su poder.
“Morgana representa aquel lugar profundo
de magia curativa en cada uno de nosotros,
el centro donde sabiduría y curación
fluyen siempre aún en el momento de la
muerte –asegura Markale-. La ambivalencia
con la cual ella es tradicionalmente
representada refleja nuestro propio miedo
a su profunda y antigua sabiduría.
“Ella encarna, en cierta medida, la
antigua soberanía, ella que es la imagen
de esa Diosa Universal que reinaba en el
alba de los tiempos –añade-. Los autores
de la Edad Media, incluidos los que no
escribieron nada acerca de los temas
artúricos, lo sabían perfectamente”.
En la novela de Marion Zimmer Bradley,
“Las nieblas de Avalon” es Morgana quien
cuenta la historia de la búsqueda del
Grial. En ella, ya no es el hada perversa
que conspira contra el poder de Arturo
sino una mujer de carne y huesos.
Este libro posee la extraña cualidad de
que todas las mujeres que lo han leído
siente que no tuvieron en sus manos una
novela más sino que estuvieron recordando
un lugar en el que estuvieron alguna vez:
la isla de Avalon, Ynys Witrin, la mítica
Isla de las Manzanas.
La literatura
cristiana convirtió a Morgana de Diosa Soberana en bruja malvada. Zimmer
Bradley la rescata como sacerdotisa, mujer sagrada, consagrada a la Diosa.
En estas historias, está muy lejos de ser dueña de su destino –aunque lo
intuye y lo acepta-, ya que continuamente es golpeada por la fatalidad.
Primero Viviane y Merlín, luego Morgause y más tarde, Gwengwyfar, su cuñada
toman las decisiones más importantes de su vida: el matrimonio sagrado, la
crianza de su hijo y un posterior casamiento con el hombre equivocado.
Sin embargo, ella se
repone a todo ello con fortaleza y en algún momento de su vida llega a ser
feliz, con lo que le ha tocado en suerte. El patriarcado la ha obligado a
ceder su poder al hombre, pero al ingresar al convento y ver la imagen de
María, piensa que tal vez la Diosa no ha sido derrotada y todo el
sufrimiento de su vida se torna con sentido.